2 Es bueno dar gracias al Señor
y tañer para tu nombre, oh Altísimo,
3 proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
4 con arpas de diez cuerdas y laúdes,
sobre arpegios de cítaras.
5 Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
6¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
7 El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
8 Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
9 Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
10 Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
11 pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
12 Mis ojos despreciarán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
13 El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
14 plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
15 en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
16 para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.